Desafío y oportunidades de la educación digital en el entorno
laboral de los próximos años
Un estudio de la Fundación EDUCA EDTECH
Para este estudio sobre la educación online en las oportunidades laborales de España y América Latina
se ha consultado a +2.900 perfiles de diferentes sectores
de empresas ya implementan
formación online
afirma mejora de su
empleabilidad
obtuvo aumento salarial
tras formarse online
de los que mejoraron lo hicieron
en menos de seis meses.
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de ello. Queremos saber si te gustaría acompañarnos.
El estudiante digital de hoy quiere un aprendizaje que se adapte a su vida real. En un entorno en el que las jornadas laborales se alargan y el tiempo personal es un bien escaso, la flexibilidad educativa se convierte en el factor decisivo para elegir programas online. Compatibilizar estudios, trabajo y vida personal es la palanca que mueve la formación a distancia, y lo hace desde una percepción clara de utilidad: cada curso debe aportar valor, mejorar competencias y abrir nuevas oportunidades profesionales.
La formación online ha evolucionado de forma notable en los últimos años. Ya no basta con ofrecer contenidos; importa la experiencia de aprendizaje. Por eso, las clases en vivo se consolidan como formato estrella, aportando interacción en tiempo real y una conexión humana que la pantalla, por sí sola, no garantiza. Aun así, materiales asíncronos como vídeos grabados o descargables mantienen un papel fundamental, así como artículos sobre la educación actual.
Los estudiantes digitales también muestran una preferencia clara: programas cortos, prácticos y aplicables. Cursos online, certificaciones profesionales o especializaciones se imponen frente a formaciones largas como grados o másteres, que, aunque mantienen su relevancia, responden a otra lógica y a un horizonte temporal distinto.
En Latinoamérica, los diplomados siguen teniendo un peso específico, reflejando la diversidad de necesidades y contextos en el ecosistema global del e-learning
No obstante, este modelo no está exento de retos. Una parte del alumnado sigue valorando la presencialidad por la interacción social que ofrece; otros cuestionan la transparencia en las evaluaciones o la validez de ciertos títulos. Estas percepciones críticas son recordatorios de que la educación online debe seguir innovando, reforzando credenciales y generando confianza.
La visión del estudiante es clara: la formación online debe ser flexible, útil y práctica. Un camino que no interrumpe la vida, sino que la potencia; que no compite con la presencialidad, sino que la complementa; y que, sobre todo, responde al gran desafío del presente: aprender sin detenerse.
La formación online en empresas ha dejado de ser una opción secundaria para convertirse en parte esencial de sus estrategias de talento. Hoy, la mayoría de las organizaciones ya la han implementado como complemento a la presencial. De hecho, para los empleados, representa la mejor vía para aprender gracias a su flexibilidad y capacidad de conciliación.
Aunque casi todas las compañías coinciden en que la formación continua es crucial para el desarrollo de sus equipos, todavía existe una brecha entre el discurso y la realidad. Muchas empresas reconocen la importancia de capacitar, pero solo una parte significativa de su plantilla accede realmente a programas online. En algunos casos, casi la mitad de los empleados afirma no haber recibido apoyo formativo, lo que refleja que todavía estamos en un terreno de experimentación sobre qué modelo educativo adoptar y cómo desplegarlo a gran escala.
El tamaño de la empresa marca también diferencias notables. Mientras que las pequeñas combinan presencialidad con cursos online de forma equilibrada, las medianas se inclinan más claramente por lo híbrido. Las grandes corporaciones, en cambio, destacan por el desarrollo de programas internos y por un uso más intensivo de la formación online, aunque curiosamente recurren menos al formato puramente digital.
Más allá de los porcentajes, el verdadero desafío no es tecnológico, sino humano. Mantener la atención y la motivación en un entorno virtual sigue siendo el mayor obstáculo para instituciones y empresas. La falta de interacción social pesa más que las brechas digitales, y obliga a buscar fórmulas que aporten cercanía.
En este contexto, las tutorías personalizadas, los foros interactivos y las sesiones en vivo se erigen como las estrategias más efectivas para dar calor humano a la pantalla.
Así, la visión corporativa de la formación online se mueve en un delicado equilibrio: aprovechar la tecnología como aliada, pero sin olvidar que el aprendizaje es, en esencia, una experiencia humana. El futuro no será únicamente online ni presencial, sino híbrido y profundamente humano.
La pandemia no solo transformó la forma de enseñar, sino que marcó un antes y un después en la educación online. Para las instituciones académicas, fue el gran catalizador: casi todas aumentaron su oferta digital, acelerando un proceso que ya estaba en marcha. Países como Colombia, México o Perú vivieron un crecimiento vertiginoso, mientras que en España la transición fue más moderada, El mensaje es claro: el futuro académico será híbrido, flexible y estructural, no una respuesta pasajera a una crisis.
La adaptación no fue igual para todos los programas. Cuanto más exigente es el nivel académico, mayor ha sido la resistencia para migrar al entorno digital. Los cursos online se consolidaron como la vía natural de actualización de competencias, seguidos por especializaciones y diplomados de corta duración. Sin embargo, un dato rompe la tendencia: el crecimiento de las licenciaturas online. Su expansión en países de Latinoamérica y España demuestra que no se trata ya de una solución coyuntural, sino de un movimiento estratégico que apuesta por consolidar la universidad digital como canal sostenible y de largo recorrido.
El salto digital también obligó a revisar metodologías. La adopción de herramientas interactivas, las sesiones en vivo y la capacitación docente en e-learning se convirtieron en ejes centrales. Aunque una mayoría de profesores valora positivamente estas herramientas, aún persisten resistencias y desigualdades en la preparación del profesorado. No basta con trasladar contenidos al entorno virtual: la clave está en formar a quienes enseñan para que aprovechen al máximo las posibilidades del e-learning.
En paralelo, la inversión en tecnología sigue siendo el gran desafío, especialmente en Latinoamérica, donde muchas instituciones aún lidian con problemas básicos de conectividad. En contraste, en países más digitalizados, la preocupación se desplaza hacia el desarrollo de contenidos interactivos y el acompañamiento personalizado al estudiante.
La verdadera tensión, sin embargo, no es tecnológica, sino humana: motivar y empoderar al profesorado. La resistencia al cambio pesa más que la falta de infraestructura, lo que subraya una idea fundamental: el éxito de la educación online académica no depende solo de plataformas o recursos, sino de la capacidad de las instituciones para inspirar y acompañar a quienes hacen posible el aprendizaje.
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