La contaminación del aire es una amenaza silenciosa. No la vemos, pero la respiramos. Está en las grandes ciudades, en las zonas industriales, en nuestros hogares y, cada vez más, en nuestras conversaciones sobre salud, sostenibilidad y justicia climática. ¿Cómo combatir un enemigo que no siempre se detecta a simple vista?
En este episodio del podcast, contamos con la voz experta de Kenneth Ortega de ONERA, una organización dedicada a impulsar soluciones reales frente a la crisis ambiental. En este capítulo hablamos de cómo la calidad del aire está directamente ligada a nuestras decisiones energéticas, económicas y sociales.
Más allá del CO₂: una amenaza que se respira
“La contaminación del aire es el síntoma más inmediato de un modelo que ya no funciona. Afecta a la salud, al clima, a la economía… y a los más vulnerables primero”, señala Kenneth Ortega.
No se trata solo de dióxido de carbono. El aire que respiramos está cargado de partículas finas, óxidos de nitrógeno y otros compuestos que afectan directamente a los pulmones de millones de personas cada día. La Organización Mundial de la Salud estima que la contaminación atmosférica mata a más de 7 millones de personas al año.
El enfoque de ONERA: sostenibilidad con impacto real
Desde ONERA, Ortega promueve una visión que va más allá del cumplimiento normativo. Su enfoque parte de una idea clara: “No basta con medir las emisiones, hay que actuar sobre ellas con soluciones audaces, colaborativas y sostenibles”.
La empresa diseña estrategias integradas para reducir emisiones contaminantes en sectores como el transporte, la industria y la construcción, siempre con una visión científica y centrada en las personas. Para ellos, mejorar la calidad del aire es también mejorar la calidad de vida.
Combatiendo el greenwashing con datos y transparencia
Durante la entrevista, Kenneth Ortega también pone sobre la mesa uno de los grandes retos del momento: la desinformación y el maquillaje verde.
“No podemos seguir hablando de sostenibilidad mientras respiramos aire tóxico. La contaminación del aire no se soluciona con campañas bonitas, sino con planes medibles, con resultados auditables”.
Es hora de abandonar los discursos vacíos y apostar por la verdad: la contaminación del aire no es inevitable, pero requiere voluntad política, compromiso empresarial y una ciudadanía informada.
Una transformación necesaria y urgente
Reducir la contaminación del aire no solo es una cuestión ambiental. Es una cuestión de salud pública, de equidad, de supervivencia. Las decisiones que tomemos hoy sobre movilidad, energía y consumo determinarán la calidad del aire que respirarán las próximas generaciones.